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Anatoli Bukreev, el héroe de la montaña que hizo lo imposible y tuvo que justificarlo

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En 1996, Bukreev salvó la vida de varias personas que quedaron atrapadas bajo una tormenta en el monte Everest.
Anatoli Bukreev, el héroe de la montaña que hizo lo imposible y tuvo que justificarlo

Anatoli Bukreev es probablemente uno de los nombres que serán recordados para siempre en el mundo del alpinismo. Bukreev contaba con habilidades con las que algunos alpinistas solamente pueden soñar pero, sobre todo, demostró ser uno como pocos al llegar a arriesgar su vida por salvar la de otros.

El rescate ocurrió en 1996 cuando Anatoli se encontraba en una expedición en el pico más alto de todos, el monte Everest (frontera entre Nepal y China), la cual generó un escándalo internacional y despertó una serie de debates sobre las excursiones pagadas en uno de los lugares más famosos del mundo.

Los orígenes de Bukreev

Nació en Rusia en 1958 aunque pasó gran parte de su vida en Kazajistán y, tras la disolución de la URSS, terminó adoptando la nacionalidad de aquella república soviética. Desde niño demostró un gran interés y facilidad por la geología, ciencia que más tarde despertaría su pasión por el montañismo.

Se graduó como profesor de física y trabajó como entrenador de esquí de fondo. Uno de sus primeros trabajos fue en una empresa deportiva de la que fue parte por poco más de un año hasta que contrajo una terrible meningitis. Anatoli logró recuperarse de la enfermedad y, a pesar de que los médicos le habían prohibido cualquier actividad física, se convirtió en instructor de montañismo logrando inclusive conquistar varios de los picos más altos de la Unión Soviética.

Bukreev llegó a formar parte de la selección soviética de alpinismo, en la que demostró una resistencia y una velocidad de escalada extraordinarias, aunque lo más impresionante era que casi nunca utilizaba oxígeno adicional. Este dato resulta sobresaliente puesto que los montañeros suelen recurrir a los tanques de oxígeno debido a que a grandes alturas, el cuerpo no es capaz de captar lo suficiente para mantener sus funciones, lo cual puede poner en riesgo su vida.

La gran tragedia

Para 1995 Anatoli ya había alcanzado la cima del Everest dos veces y trabajaba como guía en las montañas. En el verano del 95 guio al entonces presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, en una de las cumbres más altas del país asiático, el pico Abaya, de más de 4.000 metros de altura. Bukreev gozaba de buena fama como alpinista pero las ganancias no eran suficientes.

Por más que Anatoli sintiese un gran respeto por las montañas, llegando incluso a considerarlas como una especie de lugares sagrados, los graves problemas económicos que enfrentaba lo llevaron a aceptar la propuesta de su colega y amigo estadounidense Scott Fischer, propietario de la empresa especializada en viajes de aventura Mountain Madness, para guiar a una expedición comercial de 8 clientes en el Everest.

Fischer no fue el único que se aventuró en la gran montaña con el propósito de hacer algo de dinero. Rob Hall, alpinista neozelandés y dueño de Adventure Consultants, otra compañía de expediciones que buscaba atraer más clientes, también hizo lo mismo.

Tanto Fischer como Hall buscaban asegurarse una buena publicidad de aquella aventura. En el grupo de Scott por ejemplo, se encontraba Sandy Hill Pittman, una colaboradora de la NBC que viajaba con todo su equipo para enviar día tras día manuscritos a su redacción mientras que en el de Rob estaba el periodista Jon Krakauer.

Bukreev ya le había advertido a su colega que los miembros del grupo no contaban con la condición física necesaria para poder subir la montaña más alta del mundo pero los clientes que ya habían pagado 65.000 dólares por los servicios de Mountain Madness y en mayo de 1996 iniciaron la aventura. El ascenso no fue fácil para el resto del grupo puesto que además de no haber estado nunca a semejante altura, muchos de ellos decidieron usar botas nuevas que terminaron causándoles molestias.

Como era de esperarse, Anatoli fue el primero en llegar a la cima en donde esperó que el resto llegara. Después, como había acordado previamente con Scott, bajó a uno de los campamentos de la montaña antes de que una terrible tormenta empezara la noche del 10 de mayo, mientras algunos miembros de grupos, incluido Scott y Hall, aún estaban descendiendo de la montaña. 

Consciente del peligro de la situación, Bukreev abandonó la seguridad del campamento esa misma noche para intentar ayudar al resto, nadie más se atrevió a acompañarlo

Pese a la nula visibilidad y el cansancio, el hombre consiguió bajar por sí mismo a tres personas sobre sus propios hombros. Clientes de otras expediciones pagadas fueron abandonados a su suerte y terminaron perdiendo la vida.

Aquella misión de rescate resulta bastante impresionante puesto que tuvo lugar en la llamada 'zona de la muerte' a más de 8.000 metros de altura. A tal altitud el organismo no capta suficiente oxígeno y poco a poco deja de funcionar.

A pesar del peligro, Anatoli volvió a subir hasta los 8.400 metros en un último intento por ayudar a Fischer, sin embargo, cuando Bukreev encontró a su amigo, éste ya estaba muerto. El atleta solamente pudo tomar unos cuantos objetos para la familia de Scott y otros para crear una especie de memorial en la montaña.

Las complicadas condiciones climáticas, la falta de preparación de los participantes así como fallas en la organización hicieron que la aventura se convirtiera en tragedia.

10 personas, miembros de distintas expediciones perdieron la vida esa noche y en las horas previas a esta, entre ellos también estaba el líder de la empresa rival Rob Hall, quien se quedó para ayudar a un cliente debilitado. Logró sobrevivir a la tormenta durante muchas horas en la 'zona de la muerte', pero debido a una congelación severa, no pudo descender por sí solo. En la tarde del 11 de mayo, llamó por radio a su esposa embarazada para que pudieran elegir un nombre para el bebé. Murió poco después, y su cuerpo permaneció en el Everest.

La polémica

La valentía de Bukreev hizo que fuera condecorado por el Club Alpino Americano e incluso se dice que le llegaron a ofrecer la nacionalidad estadounidense. No obstante, la opinión pública respecto al montañero estaba dividida por la forma en que el escritor Jon Krakauer relató los hechos. 

En un artículo para la revista Outlet y posteriormente en un libro titulado 'Mal de altura', Krakauer describió a Bukreev como una persona interesada e irresponsable ya que este había bajado al campamento mientras los demás aún estaban subiendo la montaña. No obstante, los testimonios de varios de los sobrevivientes no encajaban con la versión del escritor y este terminó retractándose. El libro de Krakauer sigue generando polémica y críticas por parte de los alpinistas profesionales. 

Amigos de Anatoli afirman que él mismo no entendía por qué una persona que ni siquiera había sido parte de su grupo hablaba así de él y para dar su versión de lo sucedido, el deportista optó por escribir su propia versión. Con ayuda de un periodista, Bukreev publicó 'La escalada', donde relató paso a paso los acontecimientos que llevaron al desastre en el Everest. 

La última aventura

La tragedia y el consecuente escándalo a nivel internacional causaron gran desasosiego en Bukreev. Sin embargo, contrario a lo que muchos pensarían, el hombre no se alejó de las montañas. Después de haber sufrido un accidente automovilístico que casi lo deja ciego de un ojo, Anatoli decidió escalar el Annapurna, la décima montaña más alta de la Tierra, también ubicada en Himalaya y una de las más mortales y difíciles de subir. 

Fue justo en uno de los picos más altos del Himalaya cuando el 25 de diciembre de 1997 una avalancha arrasó con Anatoli y sus amigos, el ruso Dmitri Sobolev y el italiano Simone Moro. El único que logró salir vivo de aquella desgracia fue Moro. Los cuerpos de Sobolev yBukreev siguen sin ser encontrados. En el lugar en el que perdieron la vida se encuentra una especie de memorial que le recuerda a todo aquel que pasa por ahí las palabras de Anatoli Bukreev: "Las montañas no son estadios en donde satisfago mi ambición, son catedrales donde practico mi religión". 

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